Es nuestra mente la que labra la esclavitud o libertad que premia en nuestro diario vivir, en nuestro qué hacer cotidiano, en las palabras que salen de nuestra boca y más aún, los sentimientos y emociones que determinan quién somos en realidad.

Es nuestra mente la que labra la esclavitud o libertad que premia en nuestro diario vivir, en nuestro qué hacer cotidiano, en las palabras que salen de nuestra boca y más aún, los sentimientos y emociones que determinan quién somos en realidad.
La salud emocional, las raíces del bien y del mal, la perfecta armonía del cuerpo y la mente, ocupan desde hace años la labor literaria y docente de miles de personas que buscan transmitir a la sociedad la importancia de cuidar esa paz y claridad interior que nos puede conducir a la plenitud y realización integral, a pesar de todos los factores externos que nos rodean y desean absorber, olvidando nuestra razón de ser.
La mente nos acompaña a lo largo de toda la vida. Ella es la precursora de todo. La mente, para bien y para mal, es nuestra inseparable compañera. En tanto no se somete al control de la conciencia y de la voluntad, genera problema tras problema, enturbia en lugar de esclarecer, desasosiega en lugar de tranquilizar, añade mucha desdicha innecesaria a la desdicha.
La mente: una gran mentira, en tanto no tengamos la sensatez y conciencia de controlarla y la encaminemos de modo adecuado. El pensamiento: un formidable embaucador en tanto no se sosiega, esclarece y se pone al servicio de lo maravilloso y lo constructivo. Mente y pensamiento mal orientados: un fardo inútil y desdichado de ofuscación, avaricia y odio. Pero la mente que encadena también libera. Pero el pensamiento que es un impostor también es una preciosa herramienta de mejoramiento. Todo depende de qué hagamos con la mente y el pensamiento, y de que logremos o no que sean bien dirigidos y cursen a la luz de la conciencia clara y sosegada que anhelamos. La mente puede perfeccionarse. La mente intranquila y ofuscada puede adiestrarse para que se vuelva sosegada y clara.
Hoy en día ante un mundo tan agitado, donde el ego está más presente que nunca es tan importante cuidar de nuestra paz y claridad interna, también, de otros asuntos en los que nos va la vida, como la necesidad de no perder el propio ser, aun en el desasosiego, o de saber pensar y saber dejar de hacerlo; también la defensa de la paz interior a manera de fortaleza impenetrable. Esto y mucho más, sin olvidar nunca las armas de un guerrero de la luz, como nos lo dice Paulo Coelho, a quien desde que leí su libro el Alquimista me inspira; recordemos que el guerrero de la luz sabe que es libre para elegir lo que desea; sus decisiones son tomadas con valor, desprendimiento y, a veces, con una cierta dosis de locura.
Estoy convencida que la mejor meta para que alcancemos esa paz y claridad interior es la de la compasión y el amor incondicional como fuente de las relaciones humanas y mensaje de vida. En la medida en que uno conoce su propia mente, se conoce más a sí mismo. Al conocerse uno más a sí mismo, conocerá más a los demás. Entonces la mente que antes dividía unirá, y la que sembraba desconcierto y desdicha, producirá lucidez y contento.
¿Tu mente te libera o esclaviza?