Hemos iniciado ya el segundo mes del año y con él una de las fechas más comerciales del mundo “El Día de San Valentín”, nos permite recordar la importancia de fomentar el amor y la empatía en nuestras relaciones diarias, pues sin duda alguna este viene a ser el primer paso hacia un mundo mejor.

El Día de San Valentín nos debe recordar que el amor desinteresado es la base de una sociedad más justa y solidaria. Este mes nos invita a que celebremos el amor en todas sus formas y construyamos una sociedad basada en el respeto y la comprensión.
Ya lo decía San Agustín:
“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor.”
San Agustín nos invita con esa cita a que sea el amor lo que radica en el centro de todas nuestras acciones. Es decir, si nuestras acciones están motivadas por el amor verdadero, entonces esas acciones serán moralmente correctas. El amor, en este contexto, no es simplemente un sentimiento, sino una decisión y un compromiso de buscar el bien del otro. Al verlo de una manera tan objetiva, es tan sencillo que podamos tener un entorno, una sociedad colmada de amor.
Porque cada uno de nosotros eso somos, somos amor.
Si callas, callarás con amor: A veces, el silencio puede ser una forma de amor, especialmente cuando hablar podría causar daño o conflicto innecesario.
Si gritas, gritarás con amor: Incluso en momentos de corrección o advertencia, el amor debe ser la motivación. Gritar con amor significa buscar el bien del otro, no simplemente descargar nuestra frustración.
Si corriges, corregirás con amor: La corrección es necesaria, pero debe hacerse con el objetivo de ayudar al otro a mejorar, no de humillarlo o castigarlo.
Si perdonas, perdonarás con amor: El perdón es una de las expresiones más puras del amor. Perdonar con amor significa liberar al otro de la culpa y buscar la reconciliación.
En resumen, San Agustín nos enseña que el amor debe ser la guía de todas nuestras acciones. Si actuamos con amor, nuestras acciones estarán alineadas con la voluntad de Dios y contribuirán al bien común.

San Juan Pablo II también nos recuerda:
“El amor es la fuerza que transforma y mejora el mundo. Es el motor que impulsa a la humanidad hacia un futuro de paz y fraternidad.”
Es decir, que el amor es una fuerza poderosa que tiene el potencial de cambiar y mejorar el mundo. No se trata solo de un sentimiento, sino de una acción concreta que impulsa a las personas a actuar con bondad, generosidad, compasión y justicia.
El amor desinteresado y genuino puede superar barreras, sanar heridas y construir puentes entre las personas.
Transformación y mejora del mundo: El amor tiene la capacidad de transformar las relaciones humanas y las estructuras sociales. Cuando actuamos con amor, promovemos la paz, la justicia y la solidaridad, creando un entorno más armonioso y equitativo.
Motor de la humanidad: El amor es el impulso que nos mueve a buscar el bien común y a trabajar por un futuro mejor. Nos motiva a ser mejores personas y a contribuir al bienestar de los demás.
Futuro de paz y fraternidad: Un mundo basado en el amor es un mundo donde prevalece la paz y la fraternidad. El amor nos une y nos ayuda a superar las diferencias, fomentando una convivencia pacífica y respetuosa.
En resumen, San Juan Pablo II nos invita a reconocer el poder del amor como una fuerza transformadora que puede llevar a la humanidad hacia un futuro más justo, pacífico y fraternal. Al poner en práctica el amor en nuestras acciones diarias, contribuimos a la construcción de un mundo mejor para todos.
San Valentín promovía el amor y la amistad. Seamos cada uno de nosotros un reflejo de estos santos que vivieron una vida basada en el amor, expresemos nuestra capacidad de amar al prójimo con pequeños actos de servicio que pueden transformar las emociones, pensamientos y sentimientos de personas a nuestro alrededor.
Sé tu ese cambio de amor que deseas ver en el mundo.
¡Hermoso mes de la amistad y el amor!
